viernes, 18 de febrero de 2011

Agente soda

Quiero naranja y aparecés vos, camarera asiática. Miro tus labios y escucho un suspiro. Tu pelo se enreda entre mis dedos. Así todo el tiempo, quiero un buen auto y compro el billete que resulta elegido. Cruzo los lagos y floto rendido pero las olas tristes me llevan a la playa. Canto de noche y llega el estío. Quiero aburrirme y duermo dormido. Sueño vestido, bailo, sonrío. Displicentemente, casi por descuido miro de reojo al brujo y al bandido, a la camarera asiática del corto vestido, al monje nudista que bebe en el río, al pájaro herido. Todos dependen de mi simple suspiro. Siento un poder semejante al río. Puedo mirarte y tenerte, sentirlo. Llorás de noche, querés un lío, sabes que nunca veré ese río. Salto y dejo a la moza vacío.
Nadie se atreve a meterse conmigo.