viernes, 28 de enero de 2011

Todos mueren alrededor

Una vez, sentado en un bar esperando que el tiempo pase, me concentré en mirar a la gente de mi querida Buenos Aires. Mirarla, prestarles un poco de atención. Noté enseguida un cierto patrón que me inquietó y heló la sangre. Todos parecían ocupar un rol en una obra donde yo era el centro. Sin que lo haya visto, a mi lado, el mozo habló, con una voz rara, baja. Un helicóptero pasó sobre nuestras cabezas, algo que había pensado segundos antes. Luego ella, mi mujer, mi amor, apareció entre la gente, caminó hacia mi mirándome a los ojos y me pidió fuego.

Jazz Vudú